Por los robles de tu linaje
y la paz atrevida de tu nombre.
Por la espada, copia de otra,
que estuvo en tus manos.
Por las tardes fugitivas
y el tiempo enemigo.
Por tu sed de agua,
de sol y de desiertos.
Por el mar que se interpone
y que, sin embargo,
nos une como un anillo mágico.
Por los leones perseverantes
de tu sangre.
Por una alfombra persa
y unos números combinados.
Y porque ya encontramos el tesoro.